martes, 8 de mayo de 2012

ÉXTASIS

Le habían regalado aquel maravilloso viaje que le habían prometido. Tragó saliva de color rosa. Sujetó su bolso con las dos manos. Lo arrastró por el aire. Cinco minutos después pesaba demasiado. El rosa se mezcló con el blanco de la niebla. Empezó a llover. Deslizó la punta de la lengua para alimentarse del sabor dulce de las gotas. La música. El limón. Las luces. El hielo. Las gotas...Y sintió otra lengua, gruesa y fuerte, que quería beber de la misma lluvia. Y otras manos. Y más manos.
A las pocas horas su viaje había terminado.
Recogió de la mesilla de noche las llaves y la cartera de Loewe y los guardó en el bolsillo interior de su bolso.
No se despidió. No recordaba sus nombres.

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