domingo, 19 de febrero de 2012

LAS TRES EN PUNTO

Veo junto a su reloj unos números grabados en la piel. Me acerco a él flotando en la ingravidez de la discreción. Podría ser el código de identificación de un ex presidiario. La piel de sus manos es demasiado delicada. No creo que haya sido detenido. La voz masculina del tren avisa del nombre de la próxima estación. Quizá sea un tatuaje que descifre el nombre de su amante. Observo su ropa. Creo que la pasión no juega con un traje de Armani y unos zapatos de Carolina Herrera. Demasiado frívolo. Me siento a su lado sin respirar. Es posible que sea un tuberculoso recién diagnosticado que pretenda provocar una pandemia. El hombre se levanta y se mira la piel: junto a su reloj de manillas congeladas, dibuja con un rotulador negro una línea que señala el número tres de los grabados. Me mira y sonríe: “Es la hora de comer. Qué puntual es este tren”. Lo observo desde el cristal de la puerta del vagón. Me limpio las legañas y bostezo recordando aún el olor de mi pijama. A las nueve de la mañana, le hago un guiño en punto a otra realidad. En el mismo tren. A la misma hora.

2 comentarios:

  1. Este micro de fondo onírico consigue enredar al lector en otra historia hasta el golpe final; justo en el momento en que descubrimos que ell fondo es el deseo.

    Me gusta tu registro, Berta.

    Un abrazo.

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  2. Gracias PEdro por estar ahí! Un placer leer tus comentarios siempre! Espero que nos veamos pronto. Si te apetece el miércoles a las 8 vamos a tomar unas cañas los de la revista. Anímate!

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