-Has asesinado a mi familia. ¿Por qué querría vivir? Eres un cobarde, oculto tras el narrador, como si la historia no fuese contigo-reprochó el personaje al autor en la página ciento cincuenta de la novela.
-¡No permitiré que tomes decisiones!-contestó el autor en el mismo folio.
El personaje se suicidó un párrafo después, saltando al vacío de los capítulos sin escribir.
El narrador hizo las maletas en cuanto se enteró de la muerte del protagonista, y desapareció de la novela en la página ciento cincuenta y uno.
El autor había sido desterrado por su propia obra.
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joder...
ResponderEliminarnunca lo había visto así, pero yo también soy un poco dictador con los personajes... aunque al final siempre terminan haciendo más o menos lo que yo esperaba, porqué será... uhhh
Espera a que uno ejerza su derecho a huelga, o se niegue a llevar esos zapatos tan incómodos..te digo yo que hacen lo que les da la gana..
ResponderEliminarGenial. Es el triángulo maldito. Si uno de los tres se salta las reglas del juego, no hay novela.
ResponderEliminarSolo los grandes pueden permitirse saltarse cualquier regla y ser genios.
Tu mami cibernética.
Gracias Raqui!!! A lo mejor sigo por ese camino algo más largo...(tres puntos)
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