miércoles, 30 de noviembre de 2011

TIEMBLA MI MEMORIA

Por fin quietas. Mis piernas habían temblado toda la tarde. Pasé las horas en el tocador de mi habitación, mientras repasaba con un lápiz negro mis cejas, pintaba los labios de rojo carmín y bebía un vaso de leche caliente. Los trazos de la pintura habían rebasado todos los límites que marcaban la frontera de mis arrugas y sin saberlo había dibujado una ceja en la nariz, coloreado mi barbilla y había usado el vaso de lapicero. Mis manos seguían temblando. En compañía de mi enfermedad, solo nos teníamos la una a la otra. Aunque ya no recuerdo su nombre.

1 comentario:

  1. Me encanta!!..y me produce ternura y buen rollo.
    Buen ejemplo de como prejuiciamos habitualmente para sentirnos seguros.

    ResponderEliminar