lunes, 29 de agosto de 2011

PASOS


Nunca imaginé que la decisión más difícil de mi vida sería elegir el calzado que vistiese tus pies desnudos el día de tu funeral.

En cuanto me comunicaron tu muerte, conduje sin prisa hasta la casa que había sido tu única compañera durante los últimos diez años. Con el mismo sosiego, guardé los vestidos de cóctel y cenas de gala, y ordené en pequeñas cajas de cartón tus pañuelos de seda aún sin estrenar, porque no creo que supieses cuántos conservabas en el primer cajón de la mesita de noche.

Y ahora estoy aquí, sentada delante del baúl que preside tu cama, con las piernas cruzadas, como si aún tuviese edad de comer piruletas, sin saber qué par de zapatos escoger.

Siempre te ha gustado coleccionar calzado. Mientras mi nostalgia revisaba álbumes de fotos, he sumado hasta trescientos pares diferentes. No había nada que te detuviese ante unas sandalias de esparto para ir a la playa o unas bailarinas rojas adornadas con un minúsculo lazo sobre la sonrisa de los dedos de tus pies.

Y ahora ya no recuerdo si tus zapatos favoritos tenían mucho tacón o por el contrario, te gustaba imaginarlo. Porque ya no sé mamá si cenábamos las dos juntas en esas casas de lo que llamabas “gente muy adinerada“, o por el contrario eras tú la que bajabas de puntillas las escaleras para escapar con los pies desnudos a un cuento que ya no creo.

Tu muerte me ha dejado huérfana de sueños y recuerdos, y el dolor de la ausencia no cabe en este baúl de pequeños milagros.

Siempre me has enseñado que una mujer con una talla treinta y seis de calzado tiene que ser más valiente que una mujer que sujete su cuerpo con la única ayuda de sus pies. Y ahora solo puedo llorar escondida en el vacío de tu locura.

Hace un rato había decidido que no te podías despedir sin el sonido de tus tacones. Pero el tacto de la piel de esos zapatos me ha hecho vomitar otra vez sobre la alfombra de la habitación. Los sostuve unos segundos sobre la palma de mis manos y te oí gemir; y te olí por primera vez infiel, y mi cuerpo de niña no pudo comprender por qué arañabas otra piel, otro nombre diferente a padre. Y vomité tu nombre aquella noche tantas veces que aún me duelen tus tacones.

Encontré en el fondo del baúl las botas azules que usabas los días de tormenta. Y comenzó a llover en tu dormitorio mientras jugabas con los charcos. Y descubrí, asida de tu mano, pequeños renacuajos escondidos entre el musgo y el barro. Te reías como si pudiésemos volar por encima de las nubes negras y guardar en tus botas el recuerdo de las tardes de otoño.


Te has despedido demasiado pronto mamá. Te has ido descalza, con pisadas tan rápidas que no encuentro tus huellas en el barro.

La marea de tu vida ahogó mi niñez entre secretos y música de agua. Entre tacones y botas para la lluvia. Y ahora no puedo entender, no quiero comprender. ¿Quién eras mamá? ¿Eras la mujer de los labios de color rojo carmín o la mano que acariciaba mi pelo mientras dormía?

Recordé entonces tus zapatillas blancas. Las que usabas para caminar por casa porque decías que eran las zapatillas más cómodas del mundo.

Vacíe el baúl y decenas de pares de zapatos cubrieron el suelo de la habitación: botas de piel, calzado deportivo sin cordones, alpargatas de tela para ir a la playa, sandalias doradas para las ocasiones especiales…

En el fondo del mueble, esperándome, hallé tus zapatillas blancas, como tu piel ahora. Frías, como tu piel ahora. Porque estés donde estés mamá y vayas a donde vayas, quiero soñarte en pijama, en bata, abrazada a ti en el sofá, bajo una manta. Y siento que eres tú, con tu calzado de casa, y sueño que soy yo, mientras cuento los pasos, con mis pies desnudos, sobre tus zapatillas blancas.

2 comentarios:

  1. Tal vez la protagonista debería de haberle puesto un zapato de tacón en un pie y una zapatilla blanca en el otro... Un tema muy interesante esa dificultad que tenemos de conseguir ver a la mujer que llamamos madre... Una prosa poética muy trabajada y lograda... Une belle histoire! Dominique

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  2. Gracias Domi por tu comentario. El tema salió de un concurso: los zapatos femeninos.Pero se me pasó el plazo y no presenté el relato. De todas formas la experiencia fue muy bonita! un beso!

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