Quiero ser orilla. No ser. Ser orilla.
Quiero formar parte de los granos que acaricia la espuma blanca.
Solo de los que acaricia la espuma. No me gusta ser orilla ― no ser— vareada por cristales que se clavan en el interior del segundo en que imagino que no va a pasar nada, que se detiene el tiempo, y aún está tan arriba, no va a estallar, esta vez no.
Quiero ser orilla-o-no, para no ser. Efímera inexistencia sin mí.
Podría tener mil y ninguna vidas. Imagino la primera tatuada de pies planos hasta que se destiñesen de mí. Imagino la segunda con diez letras para Ana. En la tercera olvidaste tu sombrero, que plegaba un ala para que escuchásemos tu sonrisa. Y ahora no soy ni pies, ni letras ni sombrero. Ya no.
Quizá soy ese segundo en que imagino que no va a pasar nada.
Quiero ser orilla para no recordar antes de la espuma blanca, después de la espuma blanca, antes de la espuma blanca.
Quiero ser orilla, para no ser.
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Me gusta, de este texto, la sensación evanescente que me envuelve a lo largo de su lectura, Berta. Me lleva a pensar en ese querer ser y no querer ser.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Pedro por estar ahí compartiendo!! un abrazo!!
ResponderEliminarMe gusta esta nueva faceta existencialista que practicas que, como siempre, lo haces fenomenal. Gracias
ResponderEliminarGracias! Me siento cómoda "escondiendo" mensajes..un beso!!
ResponderEliminar:)
ResponderEliminarLuci! estabas ahí!!
ResponderEliminarNo has entendido nada, verdad...?
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