Tenía la boca llena de palabras, pero no podía elegir cuál de ellas sería la primera, la que cogería de la mano a las demás para echar a volar hasta sus oídos.
Solo podía mirarle.
Con la maleta en una mano, y el bolso en la otra, su cuerpo, clavado en el suelo de aquel aeropuerto, se congeló de amor.
Quería recordarle. En silencio
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en una despedida no salen las palabras.
ResponderEliminarSolo nuestra mirada habla y los ojos absorven la imagen que queremos guardar.
Y cuánto sabemos de eso!!!Gracias Coque!!!!
ResponderEliminar"Sólo podía mirarle" y por suerte no hacía falta nada más.
ResponderEliminarMe encanta: "Su cuerpo se congeló de amor"
Berta: haces poesía. No me cansaré de decirtelo.
Dientes!! Dientes!! Dientes!!
ResponderEliminarSi no fuera porque sin despedida no hay reencuentro posible, ni poesías como la tuya, decir " adios" sería demasiado duro... Dominique
ResponderEliminarTienes razón Dominique!! después del "adiós" llega, tarde o temprano, el abrazo de reencuentro..¿Cuándo te doy el mío?
ResponderEliminarel silencio guarda mas que mil palabras...
ResponderEliminarmuy bueno berta